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Deshielo de los polos, inundaciones, subida del nivel del mar, sequías extremas, incendios forestales, escasez de alimentos y cambios en los ecosistemas son algunas de las múltiples consecuencias que el aumento global de las temperaturas, el llamado cambio climático, está comenzando a provocar. Una realidad que, de no generar intervenciones, se intensificará en las próximas décadas.

Un estudio publicado en la revista PNAS, de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU., advierte que un aumento moderado de las temperaturas se asociará con un incremento en los problemas de salud mental en la población, como ansiedad, estrés y depresión.

Como ejemplo de los impactos que los desastres naturales pueden tener, entre una muestra de personas que vivían en áreas afectadas por el huracán Katrina en 2005, el suicidio y el pensamiento suicida se duplicaron, una de cada seis personas cumplió con los criterios diagnósticos de trastorno de estrés postraumático (TEPT) y el 49 por ciento desarrolló ansiedad o trastorno del estado de ánimo, como depresión, según revela el estudio.

El doctor Nick Obradovich y sus colegas del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) analizaron datos sobre la salud mental de dos millones de personas en EE.UU., en el período comprendido entre 2002 y 2012.

Al comparar esa información con los registros meteorológicos del mismo período, observaron que las épocas en que aumentaban las consultas por problemas de salud mental coincidían con variaciones importantes en el clima. Por ejemplo, los meses con al menos 25 días de precipitaciones o temperaturas medias mensuales superiores a 30 ºC incrementaban la probabilidad de tener problemas de salud mental en 2% y 0,5%, respectivamente.

Estudios anteriores ya habían demostrado que el aumento de las temperaturas puede alterar los patrones de sueño, empeorar los estados de ánimo y elevar los ingresos hospitalarios.

Los altos niveles de estrés y ansiedad también están relacionados con efectos en la salud física, como un sistema inmunológico debilitado. La preocupación por los impactos reales o potenciales del cambio climático puede llevar al estrés que se puede acumular con el tiempo y eventualmente conducir a problemas relacionados con el estrés, como el abuso de sustancias, trastornos de ansiedad y depresión.

El cambio climático también tiene repercusiones en la salud mental a nivel comunitario. Tanto los cambios agudos como los de largo plazo han demostrado elevar la hostilidad y la agresión interpersonal e intergrupal, y contribuir a la pérdida de la identidad social y la cohesión. Algunas comunidades desfavorecidas, como las comunidades indígenas, los niños y las comunidades que dependen del entorno natural pueden experimentar impactos desproporcionados en la salud mental.

Otros estudios.

La revista Nature Climate Change, por su parte, publicó un trabajo que plantea que un aumento de 1 ºC en las temperaturas mensuales se correlacionaba con un incremento del 0,68% en la tasa de suicidios en EE.UU. «No sabemos exactamente por qué las altas temperaturas producen problemas de salud mental. Pero lo que está claro es que es algo que afectará a cada vez más personas en el futuro», advierte Obradovich.

La Red de Salud UC Christus está desarrollando un trabajo de seguimiento a 10 mil habitantes de la localidad de Molina, durante una década. La idea es, entre otras cosas, analizar «cuáles son las variables ambientales y de salud general asociadas a enfermedad mental», dijo el psiquiatra de la UC Pablo Toro.

Como ellos, otros centros están buscando las mismas respuestas. «Estar expuesto a condiciones meteorológicas extremas puede producir estrés, y esto a su vez lleva a una mala salud mental», sugiere Obradovich.

La adopción de políticas respetuosas con el medio ambiente y las opciones de estilo de vida pueden tener un efecto positivo en la salud mental. Por ejemplo, la elección de ir en bicicleta o caminando al trabajo se ha asociado con menores niveles de estrés. Si caminar o ir en bicicleta al trabajo es poco práctico o inseguro, el uso del transporte público se ha vinculado con un aumento en la cohesión de la comunidad y una reducción de los síntomas de depresión y estrés

Además, la mayor accesibilidad a los parques y otros espacios verdes podría beneficiar a la salud mental, ya que se ha demostrado que el pasar más tiempo en la naturaleza reduce los niveles de estrés y disminuye las enfermedades relacionadas con el estrés, independientemente del estatus socio económico, la edad o el sexo.

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