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El término envejecimiento activo fue adoptado por la Organización Mundial de la Salud, finales de los años, 90, con la intención de transmitir un mensaje, más completo, el de la salud, la manera de envejecer de los individuos y las poblaciones.

El planteamiento del envejecimiento activo se basa en el reconocimiento de los derechos humanos de las personas mayores y en los principios de las Naciones Unidas de independencia, participación, dignidad, asistencia y realización de los propios deseos. En este sentido, las personas mayores como objetivos pasivos, el reconocimiento de sus derechos, así como la igualdad de oportunidades y de trato en todos los aspectos de la vida a medida que envejecen.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el envejecimiento activo se define como el proceso por el que se optimiza las oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el objetivo de ampliar la esperanza de vida saludable, la  productividad y la calidad de vida en la vejez. Esta es una definición que no solo contempla el envejecimiento de la atención sanitaria, sino que incorpora todos los factores de las áreas sociales, económicas y culturales que el envejecimiento de las personas.

La imagen distorsionada del envejecimiento

Los riesgos del envejecimiento parecen inquietarnos. La vejez es una etapa asociada con el deterioro, pasividad y dependencia.  ¿Pero es realmente cierta esa suposición o se trata de uno de los abundantes estereotipos que rodean ese proceso? Sin duda alguna, cada vez que vivimos más años, no sólo esta circunstancia como una amenaza para la sociedad es más cuestionable. Desde los principios de los derechos humanos hasta la evolución demográfica. Se resaltan los pesados ​​costos de la población envejecida.

Asimismo, considerar negativo el hecho de que la mayor parte de la población alcance los 60 años o más arroja resultados incongruentes.  La mayor esperanza de vida no es sino el resultado de las mejoras socioculturales, económicas y sanitarias producidas a partir del siglo XIX. ¿Deberíamos renunciar a los beneficios logrados? Por fortuna, investigaciones académicas rigurosas en el manifiesto se equivoca de los anteriores. En realidad, el uso correcto de los datos.

Una mirada social

Según los expertos, el envejecimiento debe ser contemplado como un fenómeno que no sólo se dimensiona en lo público, sino a toda la sociedad. En el futuro es posible que existan nuevas directrices de empleo, nuevas formas de trabajo y tendencias económicas que atiendan las necesidades planteadas por una sociedad longeva. Es muy importante por lo tanto tener en cuenta las oportunidades.

La innovación y el emprendimiento pueden aportar sobre las diferentes formas de ver y hacer las cosas, es decir, nuevos elementos que nos ayudan a abordar el reto que nos enfrentamos más allá de lo que tenemos , las nuevas actividades que son más interesantes para las personas usuarias, formas diferentes de utilizar los recursos existentes, etc. Parece que la innovación y el emprendimiento no tienen cabida en el ámbito social y que se trata de todo lo contrario, que se trata en definitiva de los espacios para ser disruptivos y plantear las cuestiones y las soluciones, de otro modo no lo haríamos.

Las nuevas tecnologías al servicio de las personas mayores

La tecnología y su potencialidad es un recurso bastante desconocido en el campo de la intervención social y sociosanitaria. Una herramienta muy poderosa que requiere de su «normalización» dentro de estos ámbitos.

Hasta la fecha se ha desarrollado multitud de dispositivos y proyectos piloto de I + D + i que han sido cargados de una forma de conexión con las necesidades reales de las personas y  el mercado al que iban a favor. Sin embargo, la teleasistencia ha sido una de las pocas tecnologías sociales en nuestro contexto actual. La tecnología tiene un gran potencial para la realización de futuros negocios. 

Finalmente,  es importante no establecer una etiqueta que discrimine entre persona mayor activa y persona mayor dependiente; la mejor línea continua que hay entre ambos conceptos es la promoción de la autonomía personal, es decir, el estímulo y el mantenimiento de las capacidades de las personas durante todo el proceso de envejecimiento en la medida de lo posible.

 

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