Numerosos estudios en el campo de la psicología analizan este fenómeno en función del bienestar de las generaciones más longevas y como garantía para el futuro de los jóvenes. Y es que durante la tercera edad se producen cambios bioquímicos, fisiológicos, morfológicos, funcionales, psicológicos y sociales en el individuo, como resultado del paso del tiempo; cambios que muchas veces son ignorados por el resto de la familia o la sociedad en general.
El adulto mayor se ve obligado a enfrentar situaciones como la jubilación, la pérdida de seres queridos o la imposibilidad de realizar determinadas actividades que antes hacía con facilidad, lo cual unido al rechazo y el maltrato puede generar situaciones de trauma psicosocial. Es precisamente en esta etapa donde el individuo necesita mayor atención y ¿por qué no? potenciación de las acciones que aún puede llevar a cabo sin demasiado esfuerzo físico, con el objetivo de recordarle el importante papel que aun desempeña.
Es contradictorio que en sociedades donde el envejecimiento poblacional se convierte cada día en una realidad, no cese la discriminación social del adulto mayor. Este fenómeno golpea cada vez con menos piedad al mundo entero, sobre todo en los países más industrializados y con mayor avance tecnológico, sociedades que ven su potencial en los jóvenes, mientras reservan para los adultos mayores la jubilación unida al olvido.
La soledad, el gran enemigo
Los expertos en la materia coinciden al afirmar que la soledad es uno de los grandes enemigos de la vejez. En concreto más de un millón y medio de personas mayores –el 22% del total– viven solas en nuestro país. «A veces esa soledad viene impuesta y es dolorosa porque se ha perdido a un ser querido, normalmente el cónyuge. Pero, aún en estos casos, estas personas tienen actualmente la suerte de poder dirigirse a diferentes asociaciones de mayores, casas culturales u otras organizaciones donde ofrecen desde talleres de memoria a cursos para aprender a manejar las nuevas tecnologías, clases de ejercicio físico adaptadas a su edad y condiciones, actividades de pintura, costura, música… que les serán atractivas y que les servirían de estímulo para conocer a otras personas con los mismos intereses o situación.
Factores claves para el envejecimiento activo: qué debería hacer la sociedad por y para los mayores
Para lograr una “cultura del envejecimiento activo” es necesaria la interacción de factores tanto de índole sanitaria, económica, del entorno físico, personales, conductuales e incluso sociales. Para el fomento del envejecimiento activo, los sistemas sanitarios y sociales públicos y privados deberían colaborar en la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades, estableciendo programas de educación nutricional y de salud bucal y programas de ejercicio para el mantenimiento o recuperación de la movilidad y fuerza.
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