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¿Tu vaso está medio lleno o medio vacío? Tu respuesta puede reflejar tu perspectiva de la vida, tu actitud hacia ti mismo y si eres optimista o pesimista; incluso podría afectar tu salud. Todos tenemos una vida con altibajos, pero se ha descubierto que tener una perspectiva optimista de la vida ejerce un efecto positivo importante en la calidad de vida, como el bienestar físico y mental. El optimismo también se considera un componente esencial para controlar el estrés. El optimismo no significa ignorar las cosas difíciles o desafiantes de la vida, sino más bien significa cambiar tu forma de afrontarlas. Si siempre has tenido una visión del mundo pesimista, puede ser difícil reorientar tu perspectiva, pero es posible resaltar lo positivo de tu vida con un poco de paciencia y conciencia plena.

1. Reconoce lo bueno y lo malo de tu vida y examina cómo te ha afectado cada uno. El optimismo no significa que debes sentirte “feliz” todo el tiempo. De hecho, tratar de forzar el sentimiento de felicidad durante experiencias potencialmente traumáticas puede ser poco saludable. Mejor, armonízate con la gran variedad de emociones en tu vida, aceptando que los sentimientos negativos y los positivos forman parte natural de la experiencia humana. Tratar de reprimir cierto tipo de emoción puede provocar severa angustia emocional. No enfocarte más en un tipo de emoción que en el otro puede ayudarte a ser más adaptable y proactivo en las futuras situaciones inesperadas. Esto aumentará tu capacidad de ser optimista y fuerte ante la incertidumbre.

  • Los sentimientos negativos pueden convertirse en un hábito condicionado con el paso del tiempo. Evita culparte por las emociones y asociaciones negativas. La culpa no sirve de nada porque no mira hacia el futuro para encontrar la forma de poder crecer; solo mira hacia el pasado para insistir en lo que ya ha ocurrido.
  • En vez de eso, céntrate en ser consciente de cuándo ocurren dichas emociones negativas. Un diario puede ayudarte a lograrlo. Escribe el momento en que experimentas sentimientos o pensamientos negativos, luego examina sus contextos y explora formas alternativas de responder a ellos.
  • Por ejemplo, imagina que alguien te cierra el paso en el tráfico. Reaccionas sintiéndote enojado, tocando la bocina y tal vez gritándole al conductor aunque no pueda oírte. Podrías escribir en el diario lo que ocurrió, cómo te hizo sentir y cuál fue tu respuesta inmediata. No te juzgues como “correcto” o “incorrecto”, solo escribe lo sucedido.

2. Practica la conciencia plena. La conciencia plena es un componente esencial del optimismo debido a que te anima a centrarte en aceptar tus emociones en el momento sin juzgarlas. Con frecuencia, las reacciones negativas surgen cuando tratamos de luchar contra nuestros sentimientos o cuando nos dejamos cegar tanto por nuestras emociones que olvidamos que podemos controlar nuestra forma de reaccionar a ellas. Si te centras en tu respiración, aceptas tu cuerpo y tus sentimientos y aprendes de tus emociones en vez de negarlas, te sentirás cómodo contigo mismo, lo cual es importante cuando surgen dichas emociones negativas.

  • Muchos estudios han demostrado que la meditación con conciencia plena ayuda con los sentimientos de ansiedad y depresión. Puede reprogramar la forma en que el cuerpo reacciona al estrés.
  • Busca clases de meditación con conciencia plena en tu comunidad. También puedes encontrar meditaciones guiadas en línea. No es necesario dedicarle una gran cantidad de tiempo a la meditación para ver sus efectos. Tan solo unos minutos al día puede ayudarte a ser más consciente y tolerante con tus emociones.

3. Identifica si tu monólogo interior es optimista o pesimista. Tu monólogo interior es un excelente indicador de si adoptas por naturaleza una perspectiva positiva o negativa de la vida. Presta atención a tu monólogo interior durante el transcurso del día y observa si cualquiera de las siguientes formas de diálogo negativo con uno mismo (es decir, tu monólogo interior) aparecen regularmente:

  • Agrandar los aspectos negativos de una situación e ignorar todos los aspectos positivos.
  • Culparte automáticamente por cualquier situación o evento negativo.
  • Anticipar lo peor en cualquier situación determinada. Por ejemplo, toman mal tu orden en la ventanilla de la cafetería y automáticamente piensas que el resto del día será un desastre.
  • Ver las cosas solo como buenas o malas (también se conoce como polarización). A tu parecer, no hay un término medio.

4. Busca los aspectos positivos de tu vida. Es importante reorientar tu monólogo interior para centrarte en los aspectos positivos de ti como una persona y el mundo que te rodea. Aunque el pensamiento positivo solo es uno de los pasos para convertirse en un verdadero optimista, los efectos del pensamiento positivo tanto en el cuerpo como en la mente pueden ser significativos, por ejemplo:

  • aumento de la esperanza de vida;
  • bajos índices de depresión;
  • bajos niveles de angustia;
  • mejoramiento del sistema inmunológico;
  • mejor bienestar psicológico y físico;
  • disminución del riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular
  • mejora de las habilidades de afrontamiento durante las adversidades y los momentos de estrés.

5. Recuerda que el verdadero optimismo es distinto al optimismo ciego. El optimismo ciego se da cuando una persona cree que nada malo va a pasar. Esto puede provocar exceso de confianza, ingenuidad, desilusión o incluso, peligro. El verdadero optimismo no se trata de ignorar los desafíos o actuar como si no existieran los sentimientos y experiencias negativas, sino que implica aceptar dichos desafíos y decir “¡Puedo superarlos!”.

  • Por ejemplo, decidir hacer paracaidismo sin nunca antes haber tomado clases o leído sobre el tema porque “todo marchará bien” es un ejemplo de optimismo ciego (¡y peligroso!). No es realista y no reconoce que tienes que trabajar para vencer obstáculos. Una decisión así puede ponerte en un peligro real.
  • Un verdadero optimista miraría el paracaidismo y reconocería que es un deporte complejo que requiere mucho entrenamiento y tomar medidas de seguridad. En vez de dejarse desanimar por la cantidad de trabajo requerido, el optimista se fijaría una meta (en este caso, “aprender a tirarse en paracaídas”) y luego empezaría a trabajar hacia ella, con la confianza de poder alcanzarla.

6. Escríbete afirmaciones positivas cada día.Escribir frases breves puede ayudarte a creer en el potencial de una acción que quieres cumplir. Anota algunas afirmaciones que te recuerden lo que intentas cambiar sobre tu forma de ver el mundo. Colócalas en lugares donde las veas a diario, como en el espejo del baño, el interior tu casillero, en tu computadora e incluso pegadas en la pared de la ducha. Algunas afirmaciones positivas pueden ser:

  • «Todo es posible».
  • «Mis circunstancias no me crean, yo creo mis circunstancias».
  • «Lo único que puedo controlar es mi actitud hacia la vida».
  • «Siempre tengo opción».
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